el centro
¿Quieres reaccionar a este mensaje? Regístrate en el foro con unos pocos clics o inicia sesión para continuar.

la casa de dios 25

Ir abajo

la casa de dios 25 Empty la casa de dios 25

Mensaje  Admin Jue Sep 16, 2010 7:43 pm

No hay sufrimiento de ningún tipo en el Más Allá.
30
Puedes permanecer fusionado con la Esencia todo el tiempo que
quieras, pero, como hemos explicado, no querrás quedarte ahí para
siempre, porque perderías la capacidad de conocer el éxtasis de la
experiencia.
El tremendo cambio de energía que experimentarás durante la
Inmersión Total te propulsará fuera de la Esencia, renovado y re-creado
como la identidad que recuerdas, y te colocarás en el medio del Centro de
tu Ser.
La cámara, el corazón de la Manzaranja, si seguimos con nuestra
metáfora.
Sí.
Imagina ahora una habitación grande donde las partes del mural que
miraste cuando estabas viniendo por el Pasillo del Tiempo están
montadas en las paredes. El mural completo no está ahí, sólo las partes
del mural, sólo las secciones de toda la pintura en las que te enfocaste
cuando te desplazabas por el Pasillo.
Estas imágenes cuelgan ahora de las paredes como una exposición de
arte y tú caminas por esta “galería de arte” lentamente, examinando las
imágenes una por una.
Cuando exploras estas pinturas profundamente, experimentas todo lo
que está pasando en la pintura. No sólo lo que te está pasando a ti, sino
también lo que les está pasando a los demás en el cuadro.
Estas imágenes representan cada uno de los momentos de tu vida, y
ahora, examinándolas, tienes por primera vez un cuadro completo de todo
lo que está pasando en cada momento.
Esto, a menudo, no es lo que pensabas que estaba pasando, y siempre
es más de lo que te habías imaginado.
Bueno, volvió a pasar. ¿Es una coincidencia que justo cuando estábamos
teniendo esta conversación conociera a una mujer en un retiro espiritual
que yo estaba coordinando en Bristol, Inglaterra, que me contó una
historia que se hace eco de tu “metáfora”?
¡Casi no me pude creer lo que me estaba contando, ya que venía al pelo
con lo que tú acabas de contarme aquí! Era como si alguien –algún ángel
157
o algo así- me estuviera enviando una confirmación física, del “mundo
real”, de lo que estaba recibiendo en este singular diálogo que estamos
teniendo aquí.
Me impresionó tanto lo que esta mujer me contó y la coincidencia de todo
que le pedí que me lo escribiera y me lo mandara. Aquí está lo que ella
escribió. Es una historia fascinante de la experiencia cercana a la muerte
de una tal Elizabeth Everitt, del Reino Unido:
Querido Neale:
Te prometí durante el fin de semana en Bristol que te escribiría mi
historia, así que aquí va. ¿Estás sentado cómodamente?
Tenía veinticinco años y por primera vez en mi hasta entonces
tumultuosa vida me sentía verdaderamente afortunada y contenta. Había
conocido al hombre de mis sueños (después de haber besado a
demasiados sapos) y estaba embarazada de siete meses y medio de
nuestra profundamente deseada hija. Me enfermé de algo que parecía
una gripe y me internaron en el hospital.
Me di cuenta rápidamente de que tenía varicela y estaba aterrada
porque, por casualidad, yo también trabajaba en ese hospital como
partera y había visto los tres últimos casos parecidos al mío terminar en
cuidados intensivos. Sabía que tratamiento necesitaba y sabía que lo
necesitaba ya.
A pesar de estar en una condición pésima, intenté hacerme cargo
de mi propia salud y les insistí a colegas reticentes para que me tomaran
en serio, pero en una negra comedia de enredo, ellos esperaron sin hacer
nada, no me creyeron, me diagnosticaron mal, no me prestaron la
atención que debían y me sobremedicaron, dándole la oportunidad a la
varicela de extenderse rápidamente e infectarme los pulmones.
Siempre vigilantes y observadores, mis colegas pensaron que sería
útil comprobar mis noveles de oxígenos después de que me hubiese
puesto azul, y hubo asombrados suspiros cuando el oxímetro anunció que
el nivel estaba en el 64%. Entonces se armó un tremendo revuelo, ya que
nadie podía entender por qué no estaba ya muerta.
Me llevaron a toda velocidad por el hospital hasta el quirófano
mientras un colega anestesista me susurraba gravemente al oído: “Los
gases de tu sangre son desastrosos. Tendremos que hace nacer a tu
bebé para salvarte la vida. Lo siento, ¿entiendes lo que te estoy
diciendo?. Aparentemente yo no dije nada, pero recuerdo claramente que
grité (obviamente en mi mente: “Por supuesto que sé lo que me estás
diciendo. ¡Se lo dije hace una semana, atajo de necios incompetentes!”
Por lo menos diez compañeros de trabajo se abalanzaron sobre mí
en cuestión de segundos. Empujaron, pincharon, clavaron y desgarraron,
en una preparación frenética para una cesárea de emergencia. Jamás
158
había sentido semejante terror o semejante convicción de que “esto se
acabó”. El sentido de autopreservación era tan alto que no le presté la
menor atención al hecho de que no podían encontrar el latido del corazón
de mi bebé. “¿Y yo qué? Me estoy muriendo, ¡Por amor de Dios,
ayúdenme, por favor!”, gritaba yo una y otra vez, aparentemente de nuevo
en mi mente.
El anestesista, claramente nervioso, se inclinó y susurró con
compasión: “Por amor de Dios, cálmate, en un minuto te quedarás
dormida”, y después otra vez mientras yo lloraba amargamente: “¡Y para
de llorar, tus membranas mucosas ya están lo suficientemente
inflamadas, para que tú nos hagas aún más difícil intubarte!”. Administró
la anestesia y, asumiendo que ya había hecho efecto, anunció a todo el
mundo que, a pesar de lo que parecía, no había prisa porque el cirujano
estaba “todavía comiéndose un sándwich…”.
Deshecha, aterrorizada, desesperada y sola, sucumbí a los
efectos de la anestesia creyendo que moriría y que a nadie le importaba
un bledo.
Me desperté (aunque aparentemente no lo hice) brevemente
después de la operación para encontrarme a mí misma “estacionada” en
cuidados intensivos. Había muchos trabajadores con cara de
preocupación y moviéndose muy ocupados a mi alrededor, pero era como
si todos estuvieran desenfocados; todo excepto una, que estaba
claramente a mi izquierda y llevaba un uniforme blanco, almidonado,
ligeramente pasado de moda. Me sonrió y me habló con una voz suave y
tranquilizadora: “Bueno, bueno, vas a dejar que esta gente haga lo que
tenga que hacer. Está bien. Saben lo que están haciendo. Estás a salvo
conmigo. Ahora duerme”.
Aliviada por haber sobrevivido a la operación y tranquilizada por su
implacable calma, me permití volverme a “dormir”. Casi inmediatamente
tuve la sensación de estar siendo succionada por una especie de vórtice.
¿Qué demonios era esto? Según yo me metía en el remolino sentía las
punzadas de docenas de flashes repentinos de experiencias. Cada flash
hacía una pausa en el torbellino durante la que parecía un segundo y una
vida entera al mismo tiempo. En un flash yo era apuñalada, en otro
atropellaba a un perro y en otro estaba escapándome, corriendo por un
campo pantanoso, con gas mostaza que me quemaba los pulmones,
consciente por una décima de segundo de que cada molécula de mi
cuerpo físico estaba saliendo disparada en todas direcciones por una
explosión.
Estos flashes no se presentaban simplemente como imágenes,
eran revividos. Podían saborear, oír, oler y ver todo. No tenía un recuerdo
consciente de nada de esto, y sin embargo, sabía con certeza que cada
uno de estos eventos me había ocurrido a mí en algún momento y de
alguna forma.
159
Espera. Tengo que interrumpir aquí. ¿No me dijiste, antes en esta
conversación, algo sobre esto? Cuando yo te estaba preguntando qué
pasa cuando una persona muere, ¿No dijiste algo sobre esto?
Sí. Dije que, si mueres y si crees en la reencarnación puedes
experimentar momentos de vidas pasadas de las que no tienes una
memoria consciente previa.
Eso pensaba. Entonces esto es exactamente eso.
Con una excepción. No hay sufrimiento de ningún tipo en el Más
Allá.
Hmmmm…
Elizabeth estaba teniendo parte de esta experiencia en “este lado”
de la muerte, y parte en el otro. Estaba, verdaderamente, entre dos
mundos. Si hubiera estada completamente en el Más Allá durante
esta primera parte de su experiencia, no habría experimentado dolor,
miedo ni sufrimiento de ningún tipo.
De acuerdo, volvamos a la narración de Elizabeth.
La montaña rusa seguía y después, tan de repente como empezó se
detuvo. Toda sensación desapareció, no había literalmente nada.
Negrura. Inicialmente me sentí aliviada. “Gracias, gracias, gracias”, dije en
voz alta. El miedo retrocedió y yo empecé a sopesar mis alrededores.
Negro. Nada. Esperé. Nada. Silbé, me reacomodé e hice “hhhmmm” en
mi mente. Nada. El pánico empezaba a infiltrarse y yo a preguntar:
“Oh,Dios Mío. ¿Estoy muerta? ¿Es esto? Realmente, después de todo
eso, ¿Una eternidad de nada, excepto yo?”.
Pánico en aumento. Todavía, nada. Pánico y enfado en aumento
“¿Qué pasa, ni una luz brillante, ni una guía para facilitar mi transición?
¿Dónde está mi padre? ¡Lo mínimo que podía haber hecho era asomarse
por aquí? Oh, vamos. No Ayuda. Por favor. ¿Qué demonios hice? ¿Estoy
muerta? ¿Dónde están los demás? Oh, Dios, no por favor. Quiero ver a
mi bebé. ¿Qué pasa con mi bebé? ¿Está muerta? POR FAVOR. Estoy
suplicando, no quiero morirme”.
Nada. Finalmente, me quedé callada y en un estado de insensible
calma.
¿Qué te hace pensar que estés muerta?
160
Mis orejas inconscientes se aguzaron. Recompuse como pude mi ser
inconsciente. Espera, reconocí la voz de la enfermera que estaba a un
lado de mi cama. “Gracias a Dios, ¿Dónde has estado? ¿Dónde
demonios estoy?¿Cómo salgo de aquí?
¿Qué te hace pensar que estés muerta?
“Sí, sí. De acuerdo. Lo entiendo. No estoy muerta porque puedo oírte
¿Qué pasa? ¿estoy teniendo una extraña reacción a la anestesia?”
Suspira dramático… ¿Qué te hace pensar que estés muerta?
Vaaaaale. Esto es bien raro. ¿Quién eres y por qué sigues
preguntándome eso?
“Tú me preguntaste. Entonces ¿Qué te hace pensar…”.
Y entonces comenzó una discusión agotadora, que pareció durar días.
A medida que yo despotricaba y vociferaba diciendo que no había derecho,
que era injusto y cruel que yo estuviera aquí, dondequiera que el maldito
“aquí” fuera, ella se oponía a todos mis argumentos. Ella cuestionaba mi
derecho a vivir, preguntando qué me hacía a mí más especial que al
cualquier otro. Yo estaba incandescente de ira porque no podía de ninguna
forma convencer a esta pesada maníaca.
Y entonces empezó el libro de dibujos animados. Sabes, exactamente
como el libro de dibujitos que haces en secuencia y después sosteniendo
las hojas con el pulgar las dejas pasar rápidamente y tu dibujo se anima. Al
empezar reconocí a los personajes de la película. Esto era mi vida. “¡Ajá”.
Hice una mueca de desprecio: “Qué trillado… debo de estar muerta si mi
vida está pasando en flashes ante mis ojos”. No hubo respuesta, sólo el
suspiro profundo y ¡pum!
Fui penetrada hasta lo más profundo de mi alma al sentir de lleno el
impacto de cada cuadro. Pasaban rápidos como en un parpadeo y sin
embargo juro que sentí la fuerza completa de cada momento, no
simplemente como si yo lo estuviera reviviendo sino como si cada alma
afectada por ello lo estuviera reviviendo también a través de mí.
Este no era el catálogo de momentos de mi vida que yo habría
compilado si lo hubiera pensado conscientemente. Había muy pocos
acontecimientos transcendentales fácilmente recordables. Esto no era mi
autobiografía retocada. Gran parte del tiempo las imágenes iban ordenadas
por fechas desde el nacimiento hacia delante, pero había veces en que los
acontecimientos estaban conectados de alguna formal y las imágenes
andaban a tumbos hacia delante o hacia atrás en el tiempo, dándome un
entendimiento completo de las consecuencias del pensamiento, acción o
hecho en cuestión.
Había recuerdos sacados del espectro completo de emociones, lo que
ahora reconozco como momentos en que tuve la oportunidad tanto de
mostrar como de que se me mostraran aspectos de la divinidad. Me di
cuenta de que la mayor parte del tiempo no eran las ocasiones altamente
dramáticas de mi vida lo que tenía el mayor impacto. Era el efecto de los
161
acontecimientos

Admin
Admin

Mensajes : 240
Fecha de inscripción : 04/09/2010

https://rosa.activo.mx

Volver arriba Ir abajo

Volver arriba

- Temas similares

 
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.